RESUMEN El monacato cristiano representa un paso más en la búsqueda de la vida perfecta a la que, desde sus orígenes, se aspiraba en la Iglesia. Por ello, en el siglo IV d.C. se observa un imparable desarrollo de esta institución, sobre todo en el área Oriental del Imperio Romano. Dicho proceso se constata, entre otras fuentes, a través de una extensa literatura hagiográfica, de la que podemos destacar la biografía del monje Hipacio, escrita por Calínico. Por medio de ella se hace posible el análisis del complejo proceso de configuración del monje y de la institución monástica como elementos primordiales para la expansión del cristianismo en el Imperio Bizantino.
Los monjes no renunciaron a ninguna manifestación de poder con tal de conseguir el triunfo de la nueva fe, y por ello hay que destacar el papel desempeñado por ellos al adquirir la categoría de nuevos magos y médicos benéficos, cuyo poder se superponía ante cualquier homólogo pagano. En definitiva, éstos adquirieron un gran prestigio en la sociedad bizantina, convirtiéndose en los nuevos guardianes de la fe, respetados y temidos a partes iguales.
ABSTRACT Christian monasticism represents another step in the search for the perfect life to which, from its origins, it was aspired in the Church. Therefore, in the fourth century AD an unstoppable development of this institution is observed, especially in the Eastern area of the Roman Empire. This process is verified, among other sources, through an extensive hagiographic literature, of which we can highlight the biography of the monk Hipacio, written by Calínico. Through it, the analysis of the complex process of the monarchy and the monastic institution can be made as fundamental elements for the expansion of Christianity in the Byzantine Empire.
The monks do not renounce any manifestation of power in order to achieve the triumph of the new faith, and that is why the role played by them in acquiring the category of new magicians and beneficial doctors, whose power overlapped any pagan counterpart . In short, it acquired a great prestige in Byzantine society, becoming the new guardians of the faith, respected and feared equally
