(c)María Isabel García Calderón
Es bien conocido por todos los profesionales sanitarios, el importante problema social, económico y sanitario que suponen hoy en día las ulceras y heridas crónicas. A pesar de toda la información que hay respecto a ello, no es suficiente para que estas sigan apareciendo. Las ulceras crónicas producen una serie de repercusiones tanto a nivel de la calidad de vida, del entorno del cuidador y de la salud del paciente, afectando al sistema sanitario, ya que aumenta los costes en su tratamiento, así como la gran carga de trabajo que supone a los profesionales responsables de su cuidado. Son muchos los aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de tratar estas heridas, no solo debemos de centrarnos en el cuidado local, sino que hay que valorar y abordar otros aspectos de la persona y que son igual de importantes que el resto, como ocurre con la nutrición y la hidratación. Muchas veces son olvidadas, y a veces cuando se decide recurrir a ellas ya es demasiado tarde. Por todo ello es de completa importancia el conocimiento de las medidas a llevar a cabo por parte de los profesionales de la salud, para poder detectar precozmente aquellos casos de desnutrición o en los que el paciente pueda sufrir un empeoramiento o retraso en la cicatrización de sus heridas.
