© Lucía Santamaría Bustamante
El desarrollo de las técnicas ópticas no intrusivas ha contribuido a la evolución de las aplicaciones biomédicas, ofreciendo una inmensidad de ventajas como el carácter no o mínimamente invasivo y una mayor precisión. También, el avance de la fibra óptica ha permitido el desarrollo de instrumentos que muestran la anatomía interna del cuerpo humano y de sistemas que tienen integrados fuentes láser para operar de forma guiada, ya que este tipo de luz puede trabajar a una sola longitud de onda y gracias a su emisión concentrada y su gran potencia pueden llegar a atravesar las células y profundizar en el tejido. Todo esto se regula dependiendo del láser utilizado, sus parámetros y por supuesto el tipo de tejido a tratar, por lo que conocer el volumen de los efectos y sus umbrales de ablación es crucial para tener una buena planificación quirúrgica e incluso facilitar la toma de decisiones en tiempo real gracias a soluciones computacionales.
