En la actualidad, las enfermedades infecciosas ocasionadas por microorganismos resistentes a antibióticos suponen un gran problema a nivel mundial. Los mecanismos de resistencia se incrementan de forma vertiginosa, mientras el desarrollo de nuevos antibióticos decrece en la industria farmacéutica. Uno de los mecanismos que emplean las bacterias para sobrevivir es infectar a células del sistema inmune, como los macrófagos, y vivir en el interior de éstas, ello permite que las bacterias escapen de dicho sistema y los antibióticos convencionales actúen con mayor dificultad, siendo en muchos casos insuficientes para la erradicación del patógeno. La nanomedicina se presenta como solución al obstáculo de las resistencias a antibióticos para el tratamiento de infecciones, apostando por el desarrollo de estructuras a escala nanométrica dirigidas específicamente al lugar de infección y con capacidad para transportar sustancias antimicrobianas. Desde el siglo XX se trabaja en el diseño de diferentes nanotransportadores con el objetivo de alcanzar concentraciones terapéuticas adecuadas en el interior celular, en torno al microorganismo causante de la infección y así lograr su erradicación.
